TRAS LAS HUELLAS DEL AMIGO PERDIDO

Primera entrega de la correspondencia audiovisual
entre Adèle du Lac y Bruno Camino

Duración: 86 minutos



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Le aconsejamos el uso de cascos para una mejor inmersión en la intensa atmósfera sonora de la película.


SINOPSIS

En febrero de 2002, Bruno llega a Nueva York para iniciar la búsqueda de su desaparecido amigo Rick Crone. Su llegada coincide con una feroz ola de patriotismo que invade Estados Unidos. El ondear de banderas omnipresentes azuza el anuncio de una creciente espiral de guerras bautizadas bajo el nombre de "guerra contra el terror", a coro con continuas alabanzas a Dios por parte de los gobernantes de un país desconcertado. Los medios de comunicación se ocupan de propagar el miedo, una situación reconocida que evoca en Adèle du Lac, vieja amiga de Bruno y de Rick, la oportuna memoria de las devastadoras guerras que sembraron de barbarie el siglo XX. Guerras en las que, igualmente en nombre de Dios, el bando vencedor usó de forma masiva el terror contra la población civil.

A la luz de la memoria trágica del siglo que la tocó vivir, en esta entrega, la anciana Adèle revive ciertas historias de su pasado, entre las que destaca el recuerdo de Mike Crone, el abuelo del desaparecido Rick. Mike murió durante la Segunda Guerra Mundial, tras el bombardeo aliado de la ciudad alemana de Dresde. En los días que siguieron a la destrucción de la ciudad en la que se encontraba prisionero, Mike sufrió una crisis de fe, tras la que se dejó morir de hambre. Un gesto que, para Adèle, podría estar detrás de los motivos de la curiosa desaparición del joven Rick.

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LA MUERTE DE NANOOK

Fragmento de la segunda entrega de la correspondencia…

Duración: 30 minutos



SINOPSIS Y ERRÁTICAS CIRCUNSTANCIAS DE LA SEGUNDA ENTREGA

Narrada mayormente por Adèle du Lac en clave de contra-leyenda, la reconstrucción de este extenso fragmento de la segunda entrega de Cartas de amor y de guerra se hace publica aquí en fase de borrador. El trabajo se tuvo que interrumpir por falta de recursos con que financiarlo y pasados unos años acabó por descartarse darle continuidad. De ahí que la duración sea de tan solo 30 minutos frente a los casi 120 minutos de los materiales originales.

En el fragmento que, con algunas licencias, ha sido posible reconstruir, Adèle du Lac pone en antecedentes a Bruno Camino sobre varias historias relativas a la pasión de Rick Crone por los esquimales. Desde niño Rick había pasado mucho tiempo investigando la deriva trágica de los pueblos Inuit, y en particular las falsas leyendas suscitadas por la película Nanook (1922) así como ciertos equívocos propiciados por el director Robert Flaherty y su esposa y productora, Frances Flaherty, en las décadas posteriores al lanzamiento del que ha sido considerado "primer documental de la historia”. 

En la continuación inédita del fragmento aquí entregado, Adèle ahondaría en la condición doblemente falsa de esa afirmación, un hecho aún muy poco conocido de la historia del cine, y para ella muy relevante, al echar luz sobre algunos de los peores vicios del mercado de la cultura y el arte: la vanidad, el prestigio a todo precio usado como moneda de cambio, el tráfico de mentiras e influencias como arma de seducción en el mercado artístico, así como la feroz rivalidad latente y la abierta competitividad que en ocasiones prima hasta entre algunos artistas de apariencia honesta.

Según Adèle, que siempre había animado a Rick a profundizar en su fascinación por los esquimales, no sólo Nanook es una película de ficción en toda regla —de hecho se trata de una película “de época”, y en todo caso, nos recordaría Adèle, una obra artística de un interés excepcional—, sino que además existe una película anterior, En la isla de los cazadores de cabezas — In the land of the Head Hunters, 1920—, realizada por el mítico fotógrafo de los nativos de Norteamérica, Edward S. Curtis, que habría sido en todo caso la primera película realizada con el método empleado por Flaherty en Nanook. Robert y Frances Flaherty habían sido invitados a asistir a la proyección de la película de Curtis en su estudio de Seattle, tiempo antes de que se filmase Nanook. Para quien haya visto la película de Curtis se le hace más que evidente la influencia  que su visionado ejerció en Robert Flaherty. No en vano fue Curtis el primero que en rigor se lanzó a una ambiciosa historia de ficción, teñida de exotismo etnográfico, mientras adoptaba métodos propios de lo que era aparentemente ese cine que hoy muchos convienen en llamar “documental”. 

Según Adèle, Robert y Frances Flaherty posteriormente trataron de ocultar todo esto y aprovecharon en su beneficio la supuesta originalidad del registro artístico explorado en Nanook. Adéle ahondaría con una extensa digresión en esta grave injusticia, así como en el excepcional carácter de Edward S. Curtis, a quien había conocido cuando este, deprimido y arruinado envejecía, todavía ignorado el inmenso valor de su legado etnográfico y artístico —en particular los 20 tomos de “El indio americano”, que incluyen miles de fotografías—, hoy cada vez más reconocido como uno de los mayores monumentos históricos y artísticos de Estados Unidos.

Más adelante de esos noventa minutos restantes e inéditos, Bruno reconstruía por su parte el viaje que hizo a Alaska en abril y mayo de 2002 tras las pistas que había ido encontrando sobre la desaparición de Rick Crone. Ya hacía al final de “La muerte de Nanook”, Bruno acabaría por encontrarle en una pequeña comunidad esquimal aislada e incomunicada en el norte de Alaska. Sabríamos por el testimonio filmado del propio Rick que tras la violenta sacudida emocional que provocaron en Rick las reacciones al ataque del 11 de Septiembre,  partió sin avisar a nadie a visitar a un amigo esquimal, Ivuit Kokhanok. Lo había conocido y entablado una honda amistad con él, muchos años antes, durante sus investigaciones periodísticas sobre los ensayos atómicos por parte del ejercito estadounidense en emplazamientos esquimales de Alaska y en tierras propiedad de los indios Shoshone en el desierto de Nevada durante los años de la Guerra Fría —a la que Rick siempre se refiere como la Guerra Radioactiva

Tras un largo viaje lleno de incidentes, Rick habría encontrado a su amigo Ivuit gravemente enfermo debido a un avanzado cáncer en la sangre, secuela probable de la contaminación radiactiva provocada por un ensayo atómico subterráneo, el Canninkin Test, en la isla de Amchitka del archipiélago de Rata, en el sudoeste de Alaska. Esa detonación ha sido la mayor detonación atómica hasta la fecha, y provocó una gran grieta subterránea a través de la que se filtraron las aguas de un lago de la isla de Amchitka. Ese agua, al mezclarse con los restos radioactivos de la explosión y salir al mar, contaminó las islas próximas, que estaban habitadas. Ivuit era entonces aún un niño y vivía en una de esas islas cercanas a Amchitka. 

Rick, ante la gravedad del estado de su amigo Ivuit, decidió quedarse a hacerle compañía y a ayudar a su familia a cuidarle, razón de su prolongada desaparición, que se prolongó durante casi ocho meses, hasta el fallecimiento de su amigo. 



NOTA- La infructuosa oposición al ensayo atómico bautizado como Canninkin y que documentan estas sobrecogedoras imágenes, daría origen a la organización Greenpeace. La isla de Amchitka, hoy inhabitable, era un emplazamiento arqueológico que atesoraba rastros de las culturas esquimales que la habitaron durante los 4.000 años precedentes. Los obreros que contrató el Pentágono eran en su mayor parte indígenas esquimales de la etnia aleut residentes en las islas próximas. Entre ellos estaba el padre de Ivuit.